sábado, 28 de febrero de 2015

Definiendo conceptos

Hay días en los que me da por pensar. Sí, pienso y todo, menos de lo que debiera, pero de vez cuando consigo ordenar pensamientos para que estos puedan significar algo.

Somos animales sociales, programados para vivir en sociedad. Necesitamos a los demás, y esto aunque sea tan sólo por un impulso egoísta es algo indiscutible.
Aunque todos tengamos días en los que nos iríamos sin dudar a una isla desierta, lo más lejos y aislada posible de la civilización; no sabemos vivir solos. Miedo a la soledad, al olvido o simplemente el miedo al miedo nos hacen buscar compañía (obviemos de momento lo que a las necesidades biológicas se refiere); todo mientras mentalmente nos decimos en modo repetición el "mejor solo que mal acompañado" que desde chiquititos nos enseñaron.
Partiendo por tanto de la base de que por impronta genética, "pensamiento asustica" o por puro egoísmo vivimos y viviremos rodeados de semejantes intentemos al menos rodearnos de quien hará el camino más llano y no irá dejando piedras ante nuestros pies; evitando o mejor dicho esquivando a todo aquel dispuesto a llevarnos con él en su caída.
Aprendamos también a valorar el gusto de la soledad, una cita con uno mismo de vez en cuando no hace daño y puede que te ayude a entender ciertas cosas tanto de ti como de los demás.
Ya que para bien o para mal vamos a tener que convivir no estaría de más aceptar que al vivir rodeado (que no acompañado) y que el ser chismoso está a la orden del día aquello que hagas podrá ser comentado, no siempre por los motivos más deseados o con la mejor de las intenciones. No ofende quien quiere, sino quien puede.

Siguiendo con el hecho de que lo de cambiarnos de especie a estas alturas es poco factible y que para la próxima reencarnación falta al menos una vida habrá que lidiar con ciertos aspectos de la existencia humana, y de aquellos individuos que constituyen dicha especie, en la que con algo de vergüenza (a veces) me incluyo; quedémonos por tanto con lo bueno, porque lo hay. Quizás sea más difícil de ver que lo malo y cueste algo más de trabajo encontrarlo, pero todo lo que realmente merece la pena lo es.
El truco está en aprender a pasar de todo aquello que ni es necesario, ni aporta nada. A palabras necias, oídos sordos. Se puede ser sordo selectivo con tan sólo un poco de voluntad y una dosis de paciencia.

Siendo como somos animales dotados de pensamiento racional, de capacidad para darle forma a ese pensamiento y de comunicarnos, hagámoslo, y lo que es más importante, dejemos a los demás que lo hagan.
Tareas para casa: aprender a escuchar. Todos necesitamos que nos escuchen. Vivimos rodeados de ruido, un ruido que nos impide pararnos y simplemente prestar atención. Es sorprendente la cantidad de veces en las que lo único que necesitamos es a alguien dispuesto a dejarte hablar, dispuesto a atender a aquello que tengas que decir.

Una vez dicho todo esto, tan sólo queda un último punto: llevarlo a cabo.

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