Volar, volar muy lejos, muy alto.
Arriba, siempre hacía arriba. Sonriendo.
Sonriendo como una idiota, con la boca, la mirada; con todo el cuerpo.
Palabras que no se pronuncian, sino que se tocan, que se convierten en gestos, en manos que hablan.
Silencios que lo dicen todo y momentos que deberían de ser eternos.
Y mientras tanto un infinito que se levanta y con los brazos en alto intenta tocar el cielo; no esta hecha la tierra firme para las grandes cosas.
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