El ser humano es una especia avocada al drama, amante del
sufrimiento y los malos tragos. Nos pasamos la vida esperando que lo malo
aparezca, extrañándonos cuando todo nos va “demasiado” bien, colocándonos en
una postura de autocompasión absurda, sumidos en la tristeza por la tristeza.
Todavía no he visto a nadie que se extrañe cuando todo le va
mal, ni que espere agazapado a la felicidad, nos gusta el drama, nos encanta
regocijarnos en nuestra propia desgracia y hacer participes y cómplices a los
demás.. Será que todos tenemos a un lastimero dentro que ansía ser el centro de
atención aunque no sea por los motivos más recomendables…
Ganas de llamar la atención de los demás, de ser el centro
de todo, de que estén pendientes de ti… Realmente hay a quién le gusta que
sientan lastima por él, hacer un mundo de absolutamente todo, escoger el camino
que saben con antelación que nada bueno les va a traer, las desgracias con
preaviso..
Por qué no en lugar de esperar que lo malo llegue (que si
tiene que llegar llegará de igual manera) disfrutamos de la felicidad y de lo que dure
sin recelo, sin pensar que tiene trampa, que lo que viene será aun peor que lo
que se fue, por qué no dejamos de pensar, para actuar y disfrutar.
Lo que tenga que venir, vendrá.
Dejémonos de hundirnos en la miseria y enamorarnos de la
tristeza. De buscar la forma de autosabotearnos, de que lo malo llegue sí o sí.
Dejémonos de extrañarnos de que alguien sonría, y preguntémonos
por qué no hacerlo nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario