lunes, 12 de enero de 2015

Digamos que oscuridad, la nada, ausencia de todo, de algo, y en medio tú.
Tú y tu mismo, uno frente al otro y entre ambos, preguntas, muchas preguntas. Preguntas que comienzan con un "¿Para qué..?", preguntas que no logras responder, un remolino y un nudo. Un nudo justo en el centro, como aquel de corbata, como ese corredizo que se aprieta, se aprieta y no hay forma de aflojar. ¿Unas tijeras, por favor?.
Siempre fui de círculos viciosos, de arenas movedizas, de ir a buscar la piedra, de esperar la tormenta junto al árbol más alto en medio del descampado...
Y todo esperando un resultado totalmente distinto al que cabría esperar.
[...]

La segunda a la derecha y todo recto hasta el amanecer. Déjame decirte que allí te espero, sí, justo allí, donde nace el sol cada mañana, desde donde empieza todo día.
A ti, quien quiera que seas; bienvenido. Viaja  ligero de equipaje, basta con lo imprescindible y muchas ganas de seguir, de desentonar, de no conformarte, de dar un grito en el vacío.

Cómo mandar un mensaje en una botella, una bengala, mensajes de humo... Esperando simplemente ser encontrados.